Úrsula es negra totalmente con algunas canas en su cara. Duerme casi todo el día pero, igual que todos los perros labradores, a veces se porta como cachorro. Entonces muerde los tapetes y los arrastra por toda la casa retando a quien se los quiera quitar.
Está muy acostumbrada a su paseo matutino donde huele todas las novedades que los perros de la noche dejan en los pastos y en las banquetas. Muchas personas me detienen para comentarme que qué bonito perro, que si es macho o hembra, o que si quiero cruzarla.
Es una perra vieja y silenciosa parecida a la casa de adultos en la que vive. Su piel es suave y cálida. La mano se desliza con gusto por todo su cuerpo. Cuando llego de la calle me olisquea la ropa y los zapatos; así se entera de dónde anduve y con quién. Yo también la huelo a veces.
Cuando nos visitan los nietos se alerta, mueve la cola, aúlla y sale a recibirlos. Corre con ellos en el jardín, nos gana la pelota y masca los juguetes descuidados. Cuando se van, cae rendida hasta el día siguiente. Se levanta temprano a esperar el nuevo paseo.
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