(Ejercicio de escritura diaria a partir de una palabra que alguien te sugiere)
El 5 de febrero la palabra fue: PERRO.
Un científico investigó qué es lo que quieren los perros. Nadie se había hecho esa pregunta. La respuesta es sorprendente: por sobre todas las cosas, los perros quieren pertenecer a una pandilla. No les importa si los otros miembros de la banda son humanos o perros con tal de que ellos estén incluidos.
Entre los peores tormentos que le podemos dar a un perro es excluirlo de la acción; mandarlo solo a la azotea o amarrarlo en un patio en el que no pasa nada.
Salir a pasear con la pandilla, olisquear las novedades y dejar nuevos avisos. Qué más puede pedírsele a la vida. Apenas vislumbramos, los humanos, lo que es el olfato para el perro. Si un perro te huele, sabe dónde has estado, a quién tocaste. Si huele un pedazo de banqueta, sabe quien pasó por ahí. Con la vista conocemos el presente; el perro, con su olfato, ve el pasado.
Me molesta cuando aprovechamos el interés del animal para que nos haga el trabajo sucio: atacar a nuestros enemigos; detectar explosivos y drogas; pelear a muerte con otro para que ganemos una apuesta.
Para darle a un perro lo que quiere, sólo hay que dejarlo estar cerca. Con eso, sabrá que es miembro de la pandilla.
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