Una cosa
curiosa que me ha sucedido ya tres veces, es que cuando pienso que estoy acabado, que ya
hice en la vida lo que tenía que hacer, viene la mejor parte. La primera vez fue
cuando era yo empleado de una cervecería en el departamento de capacitación. Tenía dos hijas recién nacidas. Mi futuro era seguir ahí, tal vez
cambiarme a otra empresa semejante y quedarme como eterno pasante, aunque en el
trabajo me dijeran Licenciado. Pero un día alguien que había sido mi maestro
estaba buscando psicólogos jóvenes para abrir una nueva escuela universitaria.
Yo me le aparecí y me contrató de inmediato. De la noche a la mañana tuve lo
que siempre quise: trabajar en la academia y alejarme del ambiente empresarial.
La segunda
vez fue en Morelia, en donde me sentía como esos boxeadores
viejos que después de sus años de gloria andan en las plazas de los pueblos
presentándose a cambio de una cama y una cena. En ese momento fundamos, junto
con varios amigos, la preparatoria Liceo
Michoacano. Fue un logro estupendo que abandonamos con gran pesar.
La
tercera vez fue en Puebla, en la Universidad Iberoamericana. Cuando los
directores terminan su periodo y se hacen viejos, como fue mi caso, lo mejor es
refugiarse en algún lugar lejos de lo que fue su área de influencia. Yo fui a
dar al área de capacitación. El trabajo consistía en organizar cursos para las
empresas y para el público. En cierto modo regresé al ambiente empresarial y a
las ventas. Un día, el rector me pidió organizar algo para la
educación de los adultos mayores. El resultado fue el Programa Universitario
para Adultos Mayores, que consistió en un
diplomado de tres años de duración. Cualquiera podía ingresar si cumplía el
requisito de haber cumplido sesenta años. Me quedé sorprendido por la cantidad
de mujeres, las muchachas y las niñas de mis
tiempos, que se inscribieron porque
siempre habían anhelado asistir a la universidad y no tuvieron la opción.
Ahora
que estoy jubilado, no pierdo la esperanza de que me suceda por cuarta vez; que
aparezca un proyecto nuevo que le de un giro inesperado a mi vida.
Texto sencillo, bonito, agradable.
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LZE