La vejez es inevitable, me parece. No me refiero a la vejez en años cumplidos sino a la vejez psicológica que consiste en estar hastiado de todo, en tener poco o ningún interés, en dejar de hacerse ilusiones.
Puede uno hacer la lucha contra la vejez; tratar de mantenerse interesado en algún proyecto, forzarse un poco para emprender un trabajo, convencerse de que es interesante. Pero inevitablemente un día piensa uno 'esto ya me lo sé', 'esto es como aquello'.
Puede uno temer la jubilación, o ya no poder manejar y perder la independencia que da el automóvil. Pero un día se levanta uno y piensa 'ya no quiero trabajar, ya estoy cansado'. Otro día decide que manejar es peligroso y que es preferible tomar un taxi. Otro día piensa uno que es mejor quedarse en casa que salir a tomar una copa con los amigos. Llega un día en que lo más disfrutable es una tarde en casa, leyendo o haraganeando. Nada de ir al futbol o al cine o a mirar las tiendas, mucho menos a jolgorios.
La mítica fuente de la eterna juventud consiste precisamente en buscarla con ilusión de encontrarla. Mientras la buscas te mantienes joven. Pero un día decides que no vale la pena; que aquí estás mejor en lugar de andarla buscando; que aunque existiera para qué la querrías.
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