La habilidad para el entretenimiento nacional, criticar al gobierno, es muy fácil. Aun quienes lo hacen desde las columnas periodísticas o en los medios de comunicación no sufren para encontrar algo criticable. Todo lo que tiene uno que hacer es tener una teoría de lo que el gobierno debería ser o hacer, encontrar alguna incongruencia entre la práctica y la teoría y listo: a publicar y a señalar con dedo flamígero lo mal que está el gobierno.
O puede uno encontrar algo que en otro país se hace bien y aquí no, y lo mismo ¿a ver por qué allá sí y aquí no? Si en Suiza recogen las cacas de los perros ¿por qué aquí no? Si en Guatemala los tamales son buenos y baratos ¿por qué aquí no? ¡El gobierno debería hacer algo! Lo interesante es que un suizo o un guatemalteco con el mismo espíritu fregón de los mexicanos podría encontrar cosas que aquí, o en otro país, se hacen bien y allá no. De cualquier cosa que aquí no se haga como nos gusta, podremos encontrar otro país en el que sí hace bien.
Qué le diríamos a un galán que criticara a su novia porque allá hay otra que tiene los dientes más limpios, y más allá hay otra que está más delgada, y esa otra que es más risueña, y la otra que cocina tan sabroso. Terminaríamos reclamándole cómo si él estuviera tan guapo para semejantes exigencias.
Pues apoco los mexicanos estamos tan guapos como para ser así de exigentes con nuestro gobierno. Apoco todos somos de una ciudadanía ejemplar, de un alto grado de civilización y respeto por la leyes. Se me hace que no.
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