Me invitaron a colaborar en un periódico 'online'. No pude resistir la tentación de aceptar a pesar de saber cuánto tiempo hay que dedicarle a un texto semanal y a pesar de saberme ignorante de los grandes problemas nacionales y de las grandes soluciones. ¿De qué voy a escribir? No quiero decirle a cada quien lo que tiene que hacer. Tampoco quiero irme por el camino fácil del autoazote mexicano ni por el más fácil de criticar a los gobernantes. No estoy para hacer advertencias terribles sobre lo que sucederá si no me hacen caso.Tampoco quiero repetir lo que ya dije con toda inutilidad.
Dentro de todas esas limitaciones autoimpuestas ¿qué queda? Intentaré criticar los absurdos, descubrir ideas erróneas y razonamientos falaces. Señalaré costumbres molestas y costosas. Creo que es inevitable ser moralista y hablar de las costumbres sociales cuando se tiene voz pública. Prometo evitar la solemnidad (y si no hiciere, que la patria me lo reclame) Trataré de ser entretenido; que nadie sienta que perdió su tiempo leyéndome. No respetaré, no, las reglas tan duramente aprendidas para hacer ensayos y para expresar opiniones serenas y bien fundamentadas. Sobre todo, prometo ser breve.
A mis imaginarios lectores les avisaré de la publicación cada miércoles.
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