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jueves, 5 de mayo de 2011

Tecnología y obsolescencia

Podría leer un manuscrito medieval o un libro impreso en siglo XVII, pero no puedo leer mis propios archivos escritos hace 30 años en mi primera PC. Ya no hay manera de leer los 'flopy disc' que se usaban entonces y, aun si hubiera, los procesadores de texto actuales no reconocerían el formato de los archivos. Sin embargo sí puedo leer mis textos anteriores escritos a máquina.

Algo semejante sucede con el almacenamiento de la música y los videos. Es casi imposible ahora escuchar un disco de 77 revoluciones, o los de 45 con los que aprendí a bailar en las fiestas de 15 años; los tornamesas para escuchar un Lp están próximos a ser piezas de museos. Los casetes son objetos desconocidos y difíciles de explicar a quienes andan por los 30 años de edad.

Qué decir del vídeo o, como se decía antes, la película. Cada nuevo formato dejó obsoleto al anterior. De 8 mm, a super 8, a video tape, a cinta digital, a los formatos digitales en memoria electrónica. Y cada formato digital supera y hace abandonar al antecesor.

Entiendo que la tecnología vaya evolucionando y cada novedad desplace a lo antiguo. Pero no acabo de ver por qué la sencilla tecnología de poner tinta sobre papel para escribir no inutiliza ni a los pergaminos ni a los papiros ni a las tabletas de barro. Todos esos medios de escritura son compatibles.

¿Por qué los medios electrónicos no son compatibles entre sí de la misma manera que el papel y el pergamino? Creo que la respuesta está en que para leer los archivos electrónicos, digitales o analógicos, no bastan los ojos o los oídos sino que necesitamos una máquina mediadora entre el mensaje y nuestros sentidos. Al evolucionar la máquina (incluido el software), pierde la capacidad de mediar con ciertos mensajes.

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