Aplaudo el proyecto 'Iniciativa México'. Sobre todo el fondo. La forma no me gusta. Eso de auto elogiarse por el bien que hacen y eso de convertir a los concursantes en estrellas de tv, logra que todo el proyecto y las instituciones aliadas participen de las cualidades más detestables de las televisoras nacionales. Eso de que las ideas propuestas estén sujetas al voto del público televidente recuerda demasiado al 'sube, papi, sube' de Pelayo, y puede sesgar la balanza hacia las ideas simples eliminando las que tienen un cierto grado de refinamiento.
Forzar a los concursantes, supongo que los fuerzan so pena de descalificación, a ir a las televisoras a que los entrevisten para promover el proyecto, y de paso a las televisoras; preguntarles qué van a hacer con el premio si lo ganan, qué tan bien les ha ido por haber sido concursantes del año pasado, y qué tienen que decirle al pueblo de México, me parece detestable. Sobre todo porque los entrevistadores son los mismos que igual entrevistan a un político, a un narco preso o a un transeunte.
Todo se contamina de la mala historia de las televisoras mexicanas. Y esto sí importa porque en México existen muchos grupos y personas con proyectos sociales importantes que se auto excluyen del concurso precisamente porque no les gustan las televisoras.
Pero el fondo sí me gusta ¿Qué más se puede pedir que una alianza entre las organizaciones públicas y privadas más poderosas, o influyentes, de México para convocar y premiar proyectos de auto organización de la ciudadanía que buscan mejorar su calidad de vida sin esperar que todo venga del gobierno. Proyectos de líderes sociales que primero buscan el bien colectivo y luego, si acaso, el beneficio personal. Los cinco temas del concurso (calidad de vida; desarrollo comunitario; medio ambiente; buen gobierno y rendición de cuentas, y justicia y derechos humanos) son los mismos que están en la agenda de cualquier grupo, izquierdoso o derechoso, contestatario o religioso, ingenuo o demagógico, globalifóbico o globalifílico.
Los grupos que se auto excluyen por posiciones ideológicas deberían considerar si su marginación voluntaria fortalece o perjudica a su proyecto y a sus beneficiarios. Elegir la marginación es desear que el proyecto propio esté siempre al borde del fracaso.
Bueno, a veces elegimos fracasar siempre y cuando tengamos a quien echarle la culpa.
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