31 de Octubre 2011
Creo que lo mejor que se puede hacer con los muertos es enterrarlos. Pero este año, mi nieto Guillo acaba de descubrir con angustia que la gente se muere. Y mis muertos parecen estar pidiendo un recuerdo ya que no les llevaré flores ni iré a sus esparcidas tumbas.
Sin contar tíos ni abuelos ni primos, solo la familia cercanísima, estos son mis muertos por orden cronológico:
Mi hermana Ángeles: de leucemia a los seis años de edad. Papá nunca se repuso de su muerte.
Mi hermano Felipe: en accidente automovilístico que él pudo haber evitado.
Mi hermano Bernardo: en accidente causado por otro conductor; dicen que borracho.
Mi papá Luis: quizá lo mató una sobredosis de quimoterapia antes de que el cáncer lo hiciera.
Mi mamá Guadalupe: se le acumularon las enfermedades y las penas.
Mi hermano Luis: otro accidente, quién sabe si evitable.
No hay necesidad de decirle a Guillo todas estas historias, para qué anticiparle las malas noticias de la vida. Ya las ira conociendo.
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