Ser miembro del Club Rotario es un poco caro pero se pueden conseguir buenos clientes entre los socios que tienen por norma no engañarse entre sí. Luis acaba de integrarse a pesar de estar desempleado; o, tal vez, por eso mismo. Superó fácilmente la prueba de admisión que consistió en ir como invitado a tres sesiones. En realidad, los pocos miembros del club estaban ansiosos por admitirlo.
Luis ocupa el nicho 'Psicología'. Las reglas del club dictan que todo aquel socio que requiera de un psicólogo debe ir primero con él. El problema es que sus compañeros no saben para qué sirven los psicólogos. Así que sigue sin clientes, gastando sus ahorros en las cuotas, en las sesiones con comida y bebida y en las cooperaciones para las obras filantrópicas del club. Decidió aguantar y hacer el esfuerzo porque se da cuenta de que podría ser útil a muchos de sus nuevos amigos y a sus familiares.
En la noche de damas Luis va con Diana, su esposa, que también es psicóloga. Entre los dos se esfuerzan por explicar qué es lo que hacen los psicólogos y en cuántas cosas pueden ayudar. Las otras parejas los escuchan con cortesía hasta que Diana menciona la Orientación Vocacional con los adolescentes que no saben a qué dedicarse “porque son unos bobos aunque tengan cuerpo de adultos”. Esto provocó el interés inmediato de Edgar y la Nena, la pareja frente a ellos que intercambió miradas.
-¿Ustedes pueden saber cuál es la vocación de un muchacho? Nuestro hijo Renie terminó la prepa y ahora no sabe qué hacer. Nos gustaría que lo ayudaran.
Por abajo de la mesa, Diana le apretó la mano a Luis. Éste podría ser el primer trabajo remunerado que tuvieran en meses, desde que se vinieron de México con la promesa de un buen empleo en el Gobierno del Estado que finalmente no les cumplieron. Pero ya habían hecho la mudanza y decidieron quedarse.
-Renie es un problema desde que salió de la prepa -dice Edgar- Me pide dinero continuamente, anda en mi coche con su música a todo volumen, enreda mis cintas y no se decide por nada. Ojalá que ustedes puedan hacer algo por él.
Luis y Diana escuchan con atención profesional; no quieren interrumpir ni comentar. Entonces suena la campana anunciando que el presidente va a hablar.
“Amigos, somos un club social y de servicio. Ya socializamos y es tiempo de hablar de lo que podemos hacer por el bien de nuestro país. El hospital de cáncer infantil nos pide ayuda para renovar su equipo de laboratorio. Nuestro querido secretario va a pasar a sus lugares para recolectar su cooperación. Sean generosos. Recuerden que lo que nos ha dado Nuestro Señor es para ponerlo al servicio de quienes lo necesitan. Nosotros sólo lo administramos.”
Luis cruzó miradas con Diana y dio una cantidad mayor a la que había pensado. La consideró a cuenta de lo que cobraría por trabajar con el hijo de Edgar y la Nena que dieron una cantidad mucho menor.
Renie llegó tarde a la cita acordada. Venía en el coche de su papá escuchando música de banda. En la charla inicial para romper el hielo, demostró gran conocimiento de los grupos norteños y de las aventuras de sus integrantes. A la hora de trabajar, no entendió de qué se trataba la primera prueba de intereses vocacionales. Interpretaba mal las preguntas, cambiaba las palabras al leer y no sabía cuál opción debía marcar como respuesta correcta. Qué desastre, pensó Luis, ¿cómo ha podido terminar la preparatoria?
Luis decidió dejar a un lado las pruebas escritas y platicar con el muchacho sobre sus intereses.
-Quiero ser policía de caminos -dijo Renie- ahí se gana buen dinero. Tengo un amigo que no baja de mil pesos diarios. Ya me dijo que puede ayudarme a entrar. Hay que comprar la plaza y quiero pedirle prestado a mi papá pero se va a enojar. Tú convéncelo, él dijo que tú me ibas a ayudar.
-No sabía yo que los policías de caminos ganaran buen sueldo.
-No, el sueldo es lo de menos. La ganancia está en lo que te dan los camioneros para que no los detengas. Es fácil, no tienes que hacer nada. El camión se para cuando te ve y el chofer viene a darte un billete de cincuenta o de cien. Tú nomás estás en la patrulla oyendo música.
-¿Y si no se para el camión?
-¡Uh! Pues lo alcanzas con la sirena puesta y le sacas unos quinientos por querer pelarse.
-¿No es peligroso eso?
-No. Anda uno con pistola.
-Me refiero a que te vayan a encarcelar por extorsionar a los camioneros.
-Mientras pases la cuota a tus jefes, no te hacen nada. No les conviene.
-¿Qué opina tu papá de que quieras ser policía de caminos? Me da la impresión de que no le va gustar.
-Puede que se enoje pero no tiene razón porque pienso pagarle lo que me preste para comprar la plaza; hasta con intereses, si quiere. Es un buen trabajo y no le va a costar.
-Y si no se puede entrar a la policía de caminos ¿qué otra profesión te gustaría?
-También quisiera ser aduanero en la frontera. Ahí sí es un trabajo buenísimo. Se gana mucho pero es muy difícil entrar. Las plazas cuestan más de un millón. No creo que mi papá me preste para eso.
El muchacho está perdido y yo con él, pensó Luis. ¿Cómo les diré a Edgar y a la Nena que su hijo no quiere ni puede ir a la universidad, que apenas sabe leer y escribir, que aspira a ser corrupto y que necesita un préstamo para lograrlo? Si no soy capaz de orientarlo hacia un trabajo decente, se va a correr la voz en la ciudad de que soy un inútil y nadie querrá mis servicios.
Consultó la situación con Diana y ella opinó que debería decir las cosas como son para que Edgar y la Nena decidieran qué hacer. Acordó reunirse con Edgar para hablar de los intereses del muchacho. Luis temía que un mal resultado afectaría su futuro en Morelia.
-La universidad no es para todos -le dijo Luis a Edgar- Se necesita disciplina y hábitos de estudio. Todo indica que Renie no es un buen candidato para estudiar una carrera. Hay que buscarle alguna ocupación que no requiera licenciatura.
-Sí, es muy flojo ¿Para qué sirve mi hijo? Ya me cansé de que no haga nada y sólo gaste dinero.
-Precisamente. Él tiene miedo de qué te enojes si te pide para comprar una plaza de policía de caminos.
-¿Eso quiere ser, policía de caminos?
-O inspector de aduanas, que son plazas más caras
-¡Caramba, qué sorpresa! ¿De dónde habrá sacado esa idea? Quiere ganar dinero fácil y rápido. ¿Tu crees que pueda, que tenga carácter para ese trabajo?
-Sí lo creo, aunque me imagino que esto no era lo que esperabas cuando me lo mandaste para que lo ayudara.
-No, hombre, al contrario. Mejor que no vaya a la universidad y con lo que me ahorro compramos la plaza de policía que quiere. Raúl, nuestro presidente del club, está bien conectado con el jefe de la policía. Le voy a pedir que me eche una mano para que no salga tan cara la plaza. A la mejor hasta alcanza para que se meta de aduanero. Te agradezco mucho la ayuda que le diste porque yo no sabía qué hacer. Eres buen psicólogo. Me da gusto que seamos compañeros. Te voy a mandar a mi otra hija que tiene problemas con el novio.
Al poco tiempo, Luis y Diana se salieron de club. Sus ahorros se agotaron y decidieron regresar a la ciudad de México. A Renie le fue bien en la policía y ya está pensando en casarse con la hija de un jefe superior. Quedó agradecido y en deuda con Luis por haberlo ayudado a encontrar su vocación. Edgar y la Nena, que siguen en el club, están contentos con la perspectiva de la próxima boda.